sábado, 24 de mayo de 2008

Taza Dorada

[Abril de 2007]

Se me antoja una metáfora. Cómo a veces una comparación tan estúpida como el sol y una moneda de oro es capaz de convertir una imagen en un objeto tan cercano y frío a la piel, el sol convertido en monedas que tintinean entre los dedos, inexplicable. Pero no es el tema que preocupa en este momento. No hoy.
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A ver, algo bien estúpido como las monedas y el sol. Supongamos que elijo una taza de porcelana. No una porcelana cualquiera, una vieja. Una porcelana que solía ser blanca y ahora es amarilla. Despreciablemente pequeña, lo único que esa taza podía inspirar era gracia. Tan chiquita, amarilla, frágil. Tonta. Una taza tonta.
Pero frágil. Y de porcelana, nena. No toqués con esos dedos con chocolate. Pegajosos. Lavate la manos, no seas roñosa. Nena tonta. 2 y 2 son 4 y esa taza no se toca.
Se cae y se rompe. Y si se rompe…
Y si se rompe. Nadie sabe para que está la taza en el estante más lindo, el estante que chupa su nombre: "ElestantedelaTaza". No toques.
La taza es vieja, es amarilla. Estúpidamente la taza no sirve de taza. No se le vio nunca asomar el vapor de un café, café, nena estás loca no ves que se tiñe la porcelana. Finísima. Anda a lavarte las manos. Tonta .Nena tonta. Taza tonta. Nena sucia. Taza sucia. Manos sucias. Anda a lavarte las manos.
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La tía dormía, había terminado la novela de las dos, el rayo de sol le caía justo en los ojos, y balbuceaba palabras de ensueños indescifrables.
Mamá estaba en la calle. Siempre estaba en la calle, abría la puerta y cuando estaba apuntodecerrarla decía, siempre más rápido, "shavengo" así lo decía, rápido, apuradita para que no le entendamos.
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Arrastré el banquito hasta el modular, hasta que golpeó suavecito contra el mueble. Suavecito como un suspiro corto. Me saqué las zapatillas embarradas para subirme y ya empecé a escuchar el ruido. Un ruido suavecito. Muy frío, muy metálico. Cuando ya estaba arriba lo escuché muy claro, el ruido metálico, armónico. Agarré la taza. La taza tonta. La nena tonta .La nena santa. La taza santa: Agarre la santa taza. La que nadie tocaba, ensuciaba, miraba. La agarré con los cinco dedos y el ruido metálico me golpeaba los oídos. El ruido de resplandor dorado. Y la tuve bien cerca. Tan cerca de mí como está cerca el dos del dos cuando dos y dos son cuatro. Y comprobé lo que siempre había pensado de la taza. Era una taza tonta. Taza fea. Nena fea. Nena dorada. Taza dorada. Las monedas cada vez más fuerte. Frías, metalosas, tintinearon. Monedas doradas. Nena de oro. Nena de sol. Nena sin sol.
Y todo negro. Como un pequeño suspiro.

1 comentario:

MariaFabiola dijo...

Y se rompió? Te descubrieron? O simplemente soy muy ansiosa y no aguanto un final abierto?
jajaja
Saludos muy lindo el texto :)